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UN DÍA QUE NO PARA DE...

Vender, mostrar, ofrecer, caminar, estar alerta, atenta, rumbear, tomar, comer y nuevamente, vender, mostrar, ofrecer... En otras palabras, un día que no para de cambiar. 

 

Tomado de: El Colombiano

Eran las 11 de la mañana de un lunes soleado como es casual en la ciudad de Medellín, caminé esta vez desde la Estación Estadio hacia la Universidad Pontificia Bolivariana. Las personas entraban al Metro, la cicloruta era utilizada,  los carros no dejaban de parar y parecían ser más las 12 del medio día donde normalmente la gente sale a almorzar ¡Era increíble el montón de personas! 

 

Algunas discotecas estaban cerradas, pero me impresionó aquellos bares que por la mañana y tarde, se convierten en los mejores restaurantes de la zona. "Arepa con chorizo, hogao..." gritaba alguien, por eso, me le acerqué y le pregunté qué más había, a lo que respondió: "Empanaditas, jugos naturales o si quiere, una arepita con huevo.. Claro que ya casi es hora de almuerzo, venga siéntese y cómase una bandejita paisa, o una picadita que apenas es para las dos", refiriéndose a una amiga que me acompañaba. 

 

Pues sí, no sólo pude encontrar la comida en restaurantes, y como si fuera poco, algunos de los mejores de la ciudad en la época de los 70, sino también los vendedores callejeros que protagonizan el lugar, las chanceras esperan en sus casetas que alguien pase a jugar el número ganador, los vendedores de minutos esperan pacientemente algún necesitado y supongo que se distraen viendo pasar las madres con sus bebés en los coches, haciendo las compras diarias en el Éxito, los turistas paseando en son de conocer o las personas trotando con el fin de ejercitarse, dirigiéndose hacia la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. 

 

Una calle que cambia en una hora, un minuto, un segundo, pero que sigue siendo transcurrida por la ciudadanía. Los bancos funcionan, las oficinas y EPS de la zona son visitadas, los lavaderos de carros están copados y en San Juan, los malabaristas se roban el show. A estas horas de la tarde, hay un ambiente familiar y a pesar de que la carrera 70 nunca para de cambiar, permanece intacto el ruido de aquellos que constantemente, adornan el lugar. 

 Pronto nos podrás encontrar en las redes sociales 

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